Perdonar no cambia el pasado, pero sí asegura un mejor futuro.
La persona que utiliza el perdón de manera sana vive libre de cadenas a duelos y ofensas, a personas y malos recuerdos. El perdón es liberador de ataduras, de sentimientos negativos, de situaciones del pasado que pueden lastimarnos una y otra vez.

¿Alguna vez has sentido que una situación dolorosa te controla y te quita tu bienestar, aunque no sea lo que quieres? Necesitamos liberarnos de ella a través del perdón. No se trata de lo que piense o sienta la otra persona (aunque podemos perdonar porque no nos satisface ver el dolor que la ausencia de perdón genera en la persona que lo demanda). Es más adecuado pensar en uno mismo para conceder el perdón, ya que el mayor bien que tiene es hacia uno mismo.

La persona que perdona se abre a la grandeza humana de su dignidad y bondad.  No basta con decir “te perdono” o “me perdono”. Se necesita disposición y trabajar de forma consciente para soltar la carga. Se necesita cambiar la forma de ver las cosas, los pensamientos y creencias, se necesita empatía y compasión, ser conscientes de que todas las personas hacen lo mejor que pueden con la información, los recursos y la conciencia que tienen, que todas las personas podemos lastimar, equivocarnos, ignorar o generar sufrimiento con o sin intención.

"Conviene recordar que el perdón “definitivo” no es una rendición. Es una decisión consciente de dejar de guardar rencor, lo cual significa perdonar una deuda y abandonar la determinación de tomar represalias... .responder desde una actitud de clemencia, seguridad y buena disposición". Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que Corren con los Lobos".